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domingo, 24 de julio de 2011

Coproaudiencia: por Nicole Melo Arías,

Coproyentes: la nueva sección de la hipster Nicole Melo Arías, se estrena reseñando lo último de Hugh Laurie, Let Them Talk, sin dejar mucho que decir."

He estado escuchando, por bruta y no por mi propio impulso, el álbum que  Hugh Laurie lanzó por estos días. Debo decir que me costó trabajo llegar a hacerlo, porque entre aprender a tomar Miller, acostumbrarme a la incomodidad de los Dr. Martens y encontrar un bombín que me haga lucir tan Sabinera como Joaquín y seguir formando mi identidad urbana y posmoderna, no había tenido tiempo sino para irme de vacaciones a Miami a ver tocar a Jerau y recordar mi época de bonkera. Pero me costó más trabajo al saber que era lo que estaba recomendando la sección de música de Soho; revista que es, en sí misma, muy mainstream.

Pero al fin puedo cumplir mi acuerdo con Sampérnico:  hacer mi primera reseña musical. Así que lo que escribiré a continuación, son simplemente unos aburridos apuntes sobre "Let Them Talk", el álbum en el que el cojo Dr. House demuestra que también cojea a la hora de tocar el piano.( ¡Yeah! Ya hablo como una intelectual! Y  eso que las gafas que tengo puestas, tienen lentes).

Ese sincopado trastabilleo de música de los 60, o incluso más vieja, no deja que la sátira salga del alma de Hugh, quien me hace reír cuando lo veo por Cuevana, pero nunca por Universal. Pues ver televisión atenta contra mi sentido intelectual del humor. Por eso, solo veo series en la red.

Cada tema  es un atropello contra mi urbanidad. No soporto el hecho de que la voz de un inglés versátil, a pesar de ser exitoso por salir en la caja de embrutecimiento (¡Uy, un nuevo término para describir la tele!), me lleve a unas praderas extensas, en las que se reunían  campesinos de color a tocar  y cantar sus tristezas y que me recuerdan a la modernidad que ya ha pasado. Por lo menos en Chapiyork, sí.

El sonido de las guitarras que tiemblan y sollozan con trémulos y slices, bombos que suenan espantosamente acústico, bajos que recuerdan que la música, a veces, en el pasado fue más lenta, más sensual, y tenaz, me sacan de mi apartamento, de mis botas. Y, en cambio, me sacan la Miller de la mano, me ponen un overol de jean pútrido, me dejan tomando cidra en el sur de Estados Unidos y rogando por una cita con el Dr. Martens: Qué detestable sensación.

Igual, si tuviera que calificarlo, como todo crítico de música, le daría cinco estrellas y media de seis. Pues no hay hipster que no entienda que, aunque nunca debe pensar como el sistema, debe satisfacerlo y trabajar en publicidad, o permitir que los discos se vendan. Y, al cojo Dr. House, es mejor darle una ayudita, así lo único que se hable en este blog sea digno de ser soltado en un inodoro: Recibe, Hugh, mi abrazo, un empujonsito para dejarlos hablar y y un impulso de mierda.

por Nicole Melo Arías.

martes, 12 de abril de 2011

Soy Estéreohipster! de Bonkera a Hipster: El rito final de la transformación de Nicole Melo Arías

  Ya he cumplido mi ciclo de trasformación de bonkera a hipster, lo que me tiene muy, pero muy feliz. Luego de que Cali y el Dandee me decepcionaran con su mainstream repetitivo, causado por su copia de "Love the way you lie", por fin entiendo lo que es pertenecer a un grupo de gente que es realmente intelectual, que sabe copiarse de las modas gringas y parecer original y , sobre todo, que entiende que los conciertos tropicales no son para rumbear sino para dejarlos a un lado: poniendo a Jiggy Drama a cantarle únicamente a los de logística para que su estilo caribe-nerd no  contagie y enferme la verdadera urbanidad que nos distingue a nosotros: los Estéreohipsters.

  Habiendo cumplido con el reto tedioso e inhumano, pero súper cool, de leer Cartel Urbano, me encontré por fin en un ambiente propio para tomar fotos súper artísticas, mientras compartía con mis amigas una cerveza Miller. Ya tenía mis Dr. Martens con bordados dorados, mis jeans negros desteñidos (porque todavía no estaba lista para ensuciarlos de verdad), mis gafas Ray Ban clasic style frugalicious sin  lentes, necesarias para poder aparentar mi  pensamiento cultivado. Y con esa pinta y la buena onda, pude comenzar a hacer comentarios como: "El mainstream es lo que nos aleja de nosotros mismos", "The Sounds lleva al extremo su sound" o "Qué buena onda es esta cerveza". Además de todo esto, en mi preparación anterior al festival, decidí raparme el  lado derecho de la cabeza para tener un look más "amo el punk" y menos "amo a Cali y al Dandee".

  Ya dentro del Estéreohipster, Miller en mano y un  frío un asco en la oreja derecha, se me revelaron muchísimas cosas: primero que me faltaba hacerme un tatuaje  con una frase inteligente en la espalda baja. Menos mal allá habían tatuadores y pude tatuarme una frase que utilizó una de mis filósofas de cabecera: "Confusio es quien inventó la confusión". En una fuente cursiva, súper kute. Lo segundo fue que como Adidas estaba patrocinando el evento, me desligué totalmente de mi idea de que las sandalias de Jesús eran Nike, y ahora entiendo que debían ser Adidas. La tercera cosa de la que me di cuenta, es que Calle 13 no nos puede gustar a los hipsters: él no entiende de sublimidad ni nada de esas cosas; simplemente es un chico mala onda,  burdo y ordinario al que le riman ciertas frases y ya. A eso, sumemos que se puso a cantar una canción ("Latinoamérica" es que se llama) que tiene ritmos andinos que claramente desprestigian la urbanidad del festival realizado a las afueras de Bogotá. No entiendo cómo lo pudieron poner  a tocar antes que The Presets.

  Pero les sigo contando de mi ritual final: me encantó cómo tocó una banda que se llama The Sounds. Es súper chévere que la feminidad domine en una banda. También me encantó la apuesta estética de Cansei de Ser Sexy. Aunque no entendí cómo esas nenas se cansan de ser sexis, pues ni siquiera han empezado a serlo. Sin embargo, la idea que tuvo la cantante de levantarse la camiseta en mitad de las canciones estuvo genial y me pareció súper original que lo hiciera en un espacio como un concierto. Eso sí es revelarse contra lo mainstream y lo que nos impone el sistema; para que aprendas Calle 13, eso sí es arte.

  Siguiendo con la ceremonia de mi transformación, les cuento que comí delicioso en Sipote Burrito, obviamente uno vegeteriano porque es cool no comer animales. También les cuento que me sentí en el Paraíso de la moda hipster cuando me dejaron pasar por "Las Puertas Del Cielo" y descubrí que no es solo en Chapiñero donde se podía comprar ropa con onda y barata.

 Ya he logrado  mi meta. Me he convertido en toda una intelectual con solo mirar la programación de la Luis Ángel Arango, leer a la mitad los artículos de Sebastián Abad de El Antagonista y los recomendados de Cartel Urbano, llevar puestas unas botas incómodas, pesadas y más lobas que Lucero Cortés, y ponerme unas gafas sin lentes. Bueno también hay que hacer cara de pedo cuando un man le cae a uno y cuando suena música del trópico ¡Pero no importa!  Todo esto me lleva al verdadero mundo de lo sublime sin necesidad de tocar ni un libro de García Márquez u otro de los que llaman literatura de verdad. Si se fijan, ¡ser hipster es hasta más fácil que ser bonkera!


Por: Nicole Melo Arías