Tomemos por ejemplo la Constitución del 91, nuestra amada Carta Política que
este año cumplió veinte años y que sigue teniendo el concepto de responsabilidad
de un bebé; o mejor dicho, de nosotros,
sus ciudadanos. Nuestra Constitución es como los políticos, bastante programática y como los economistas, piensa en tendencias, lo cual hace que prometa y prediga mucho. Pero siempre veremos a los economistas explicando por qué no
pasó todo lo contrario; y a los políticos volviendo a hacer campaña.
Y, por otro lado, tiene a
la Corte Constitucional, que es una madre de su tiempo: de las que
gritarán órdenes durante toda su vida, pero a la que sus hijos nunca le harán
caso.
Lo que les digo no es
mentira: todos esos convenios que se firman, como la declaración de Derechos
Humanos de las Naciones Unidas, nunca se cumplen y si lo hacen, jamás es a cabalidad. Con todo y que la O.N.U. tiene los llamados “cascos
azules”, a los que los hubieran podido traer a este país hace rato; pero no, le
dejaron el problema a los gringos, que se han dado cuenta lo “gonorrea” que es
meterse con criminales colombianos. Tanto, que les hemos llenado el país de
cocaína; y qué decir de sus narices, que ya casi cambian el oxígeno por nuestro
preciado oro blanco.
Ahora bien, no podemos
dejar de lado que el TLC solo es un contrato a gran escala: un acuerdo entre dos Estados que debe cumplirse de buena fe. Sin embargo, lo
que no habían pensado los que redactaron la convención de Viena en 1986, es que
los Estados, para que funcionen, tienen que tener personas haciéndolos ejecutar,
legislar, judicializar etc. Y las personas que los hacen funcionar, son los políticos.
Y estos, por más conservadores que sean, nunca actuarán de buena fe.
Decía Antonio Caballero,
en su columna de hace algunas Semanas, que los norteamericanos nos estaban
empalando. Yo creo que estaba equivocado: nosotros, los colombianos, nos
podemos empalar de manera soberana y autónoma.
Así , con soberanía y autonomía, rogaron Santos y
Uribe para que el congreso
norteamericano lo aprobara, dándonos solo otra herramienta para seguir empalándonos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario