miércoles, 27 de abril de 2011

Una sorpresa para Vargas Lleras

  Me llegó la hora. Estos tiempos  me obligan a sacar la sorpresa que tenía para Germán Vargas Lleras. Sin embargo, aún no es el momento para entregársela ni para contársela a ustedes, pues primero debo aclarar las razones por las que no esperé a que el señor ministro acabara su período como miembro del gaibnete del presente gobierno para dársela. Exactamente Germán, un ciudadano quería premiarte por las buenas funciones que, esperaba ejercieras lo mejor posible como ministro del interior y de injusticia hasta que tu obsesión por la presidencia te hiciera botarte a la piscina vacía (de votos) que te esperaba en el 2014.


  En la gran caneca que es el mundo de hoy en día que almacena todo lo desechable que es y que produce el ser humano, el señor ministro parece estar envuelto en uno de esos frascos de alcachofa encurtida que son más difíciles de abrir que las piernas de una virgen iraní. El proyecto de ley, del que él mismo ha sido autor e impulsador, no comprende la magnitud de  la fortuna  de los habitantes de Culombia que tienen acceso a internet hoy. Ese espacio donde la libre expresión se manifiesta casi en su totalidad; en el que se cumple una utopía que nos permite ver, oír y, para todos los pornómanos del mundo, ojalá algún día tocar lo que queramos, cómo queramos, sin las restricciones de horario de la televisión y la radio. Pero, aún más importante, donde discutimos y compartimos todo aquello que observamos y escuchamos y, ojalá algún día, palpemos. Ese espacio es el ciberespacio.

  
 Por un lado, al invidente, invasivo y cuasimanco  ministro se le escapa una cosa, pues para que exista ese espacio de discusión, nosotros los colombianos necesitamos tener acceso a ese contenido que lo llena. Ver esos videos que no nos quiere dejar ver, esas canciones que no nos quiere dejar oír y esos artículos que muchas veces no podremos leer o entender, por estar relacionados a contenidos que están encerrados (no protegidos) por una ley. Necesitamos conseguirlos para poder generar el momento de discusión en el que se manifiesta la libertad de expresión. Pues tener internet sin poder acceder a los contenidos, es como tener la casa de Nariño con un presidente decente; en pocas palabras palabras,  es acabar el tema.

  
  Por otro lado, sé que por compartir contenido y no lucrarse a través de ello la pena queda definida por un matiz gris y uno puede recibir hasta un castigo civil. ¡Nada más  un castigo civil! Un  castigo es un castigo, no importa si es civil o penal. Pero el problema es que esa pena se le debe imponer a la piratería que navega por la carrera 15 de Bogotá (entre miles de sitios más) con la misma tranquilidad ebria de un Jack Sparrow: vendiendo juegos, softwares, música de alguno de esos artistas que no les interesa que su sonido se conozca, sino que se venda. No se debería penalizar a gente que fomenta la discusión y que le da la cualidad al internet de ser el ámbito donde se manifiesta, en su versión más pura, el derecho de todos los ciudadanos a expresarse libremente.

  
  Este proyecto es la venida del horror. Pero el horror en esta ley no es negro, ni su venida es en blanco, no. Es gris, pues si se lee la ley, se ve que algunos de sus artículos son más indefinidos que la bisexualidad o el término impoluto, que tanto le gusta a José Obtuso. Porque la ley Lleras, en aspectos punitivos, tiende a dejarnos en un limbo, como la mayoría de las frases normativas que restringen la libertad del individuo. O aún  peor: que esa libertad quede a merced de la decisión de un juez; que es  lo mismo que ser de izquierda y aparecer en una de las columnas de Fernando Londoño.  Pero este revuelto negro y blanco no debe ser sino otra de esas mezclas de colores que le encantan al negligente impulsador de este proyecto. Pues bien sabemos que dirige un partido de mezclas; lo rojo con lo azul y que fue capaz de unirse, 24 horas después de su derrota en las urnas, al santo que lo mandó al demonio en las elecciones pasadas.


  Pero hay otro problema que viene de la jerga jurídica, que siempre necesitamos que nos explique la Corte Constitucional. Este proyecto también pretende que los prestadores de servicio de internet (ISP) persigan y denuncien a los usuarios que infrinjan los derechos de autor. Lo que, como sabemos, en Culombia no es tan fácil. Pues si con un ejército tan "eficiente", que hasta sus víctimas tuvieron que ser llamadas falsos positivos, imagínen la positivamente falsa situación en la que se verían inmersas la ETB, Telmex y otras empresas de este tipo jugando a ser Jacques Clouseau mientras persiguen a las Panteras Rosas. Serían igual de arbitrarias en sus juicios que el torpe policía si alcanzaran a algún usuario que comparta un contenido prohibido.Pero, a diferencia del famoso dibujo animado, el final de la historia no provocaría ninguna carcajada.


  Vuelvo sobre el ministro al que  he calificado así, de impulsador, porque cada vez que habla sobre su nuevo bebé,  parece dando argumentos como los que dan las señoritas de Zenú en un supermercado, ofreciendo una "muestrica de  una rica salchicha, rellena de crema de riñón, embutida naturalmente." Así, como a esa pobre salchichita le meten ese cremita, a nosotros los culombianos nos quiere zampar esta ley Vargas Lleras. Nos dice: "Pruébela. Se ve mal, pero se siente rico". Yo diría que:  Naturalmente, mejor se la puede embutir usted, señor ministro.


 Es como si tratara de vengarse en contra de un enemigo nuevo, como si estuviera encontrando al culpable que le ha quitado las herramientas para que pudiera adentrarse en el ciberespacio y, simplemente, comenzar a compartir contenido y discutir en él.


  Como lo dije en la introducción de esta entrada, yo tengo una buena nueva para el funcionario. Tengo las falanges para mover y conmover su posición frente a esta censura que pretende imponer.  Le tengo una sorpresa al cuasimanco ministro que le va a permitir dejar de serlo (cuasimanco, ministro lamentablemente seguirá siendo hasta que Santos lo mande de nuevo al demonio). Sí señores, yo tengo los dedos que van a ayudar a Vargas Lleras a teclear su camino hacia el ámbito puro del libre albedrío de difusión e infusión de información. Al fin, mi despreciado ministro podrá teclear cómodamente mientras fuma  uno de sus cigarrillos favoritos. 

  Es la hora Germán de no sentir ese vacío con la paja, de tener facebook, de poder twitear y putear a Álvaro Uribe sin tener que putear también a cualquier vecino de esta nación que esté a tu lado, en esos momentos de espantosos errores de tipeo. Te invito a que nos fumemos un cigarrillo, Germán. Charlémolo y verás que  yo te quito el apodo de cuasimanco y tu retiras el proyecto de  ley que ha sido bautizado con tu apellido (perdón, el de tu abuelo). Así, tal vez tu caída a la piscina vacía en el 2014 sea menos fuerte. No porque se llene un poco más, sino porque tendrás más dedos para contener el golpe.

Por Sampérnico.

martes, 12 de abril de 2011

Soy Estéreohipster! de Bonkera a Hipster: El rito final de la transformación de Nicole Melo Arías

  Ya he cumplido mi ciclo de trasformación de bonkera a hipster, lo que me tiene muy, pero muy feliz. Luego de que Cali y el Dandee me decepcionaran con su mainstream repetitivo, causado por su copia de "Love the way you lie", por fin entiendo lo que es pertenecer a un grupo de gente que es realmente intelectual, que sabe copiarse de las modas gringas y parecer original y , sobre todo, que entiende que los conciertos tropicales no son para rumbear sino para dejarlos a un lado: poniendo a Jiggy Drama a cantarle únicamente a los de logística para que su estilo caribe-nerd no  contagie y enferme la verdadera urbanidad que nos distingue a nosotros: los Estéreohipsters.

  Habiendo cumplido con el reto tedioso e inhumano, pero súper cool, de leer Cartel Urbano, me encontré por fin en un ambiente propio para tomar fotos súper artísticas, mientras compartía con mis amigas una cerveza Miller. Ya tenía mis Dr. Martens con bordados dorados, mis jeans negros desteñidos (porque todavía no estaba lista para ensuciarlos de verdad), mis gafas Ray Ban clasic style frugalicious sin  lentes, necesarias para poder aparentar mi  pensamiento cultivado. Y con esa pinta y la buena onda, pude comenzar a hacer comentarios como: "El mainstream es lo que nos aleja de nosotros mismos", "The Sounds lleva al extremo su sound" o "Qué buena onda es esta cerveza". Además de todo esto, en mi preparación anterior al festival, decidí raparme el  lado derecho de la cabeza para tener un look más "amo el punk" y menos "amo a Cali y al Dandee".

  Ya dentro del Estéreohipster, Miller en mano y un  frío un asco en la oreja derecha, se me revelaron muchísimas cosas: primero que me faltaba hacerme un tatuaje  con una frase inteligente en la espalda baja. Menos mal allá habían tatuadores y pude tatuarme una frase que utilizó una de mis filósofas de cabecera: "Confusio es quien inventó la confusión". En una fuente cursiva, súper kute. Lo segundo fue que como Adidas estaba patrocinando el evento, me desligué totalmente de mi idea de que las sandalias de Jesús eran Nike, y ahora entiendo que debían ser Adidas. La tercera cosa de la que me di cuenta, es que Calle 13 no nos puede gustar a los hipsters: él no entiende de sublimidad ni nada de esas cosas; simplemente es un chico mala onda,  burdo y ordinario al que le riman ciertas frases y ya. A eso, sumemos que se puso a cantar una canción ("Latinoamérica" es que se llama) que tiene ritmos andinos que claramente desprestigian la urbanidad del festival realizado a las afueras de Bogotá. No entiendo cómo lo pudieron poner  a tocar antes que The Presets.

  Pero les sigo contando de mi ritual final: me encantó cómo tocó una banda que se llama The Sounds. Es súper chévere que la feminidad domine en una banda. También me encantó la apuesta estética de Cansei de Ser Sexy. Aunque no entendí cómo esas nenas se cansan de ser sexis, pues ni siquiera han empezado a serlo. Sin embargo, la idea que tuvo la cantante de levantarse la camiseta en mitad de las canciones estuvo genial y me pareció súper original que lo hiciera en un espacio como un concierto. Eso sí es revelarse contra lo mainstream y lo que nos impone el sistema; para que aprendas Calle 13, eso sí es arte.

  Siguiendo con la ceremonia de mi transformación, les cuento que comí delicioso en Sipote Burrito, obviamente uno vegeteriano porque es cool no comer animales. También les cuento que me sentí en el Paraíso de la moda hipster cuando me dejaron pasar por "Las Puertas Del Cielo" y descubrí que no es solo en Chapiñero donde se podía comprar ropa con onda y barata.

 Ya he logrado  mi meta. Me he convertido en toda una intelectual con solo mirar la programación de la Luis Ángel Arango, leer a la mitad los artículos de Sebastián Abad de El Antagonista y los recomendados de Cartel Urbano, llevar puestas unas botas incómodas, pesadas y más lobas que Lucero Cortés, y ponerme unas gafas sin lentes. Bueno también hay que hacer cara de pedo cuando un man le cae a uno y cuando suena música del trópico ¡Pero no importa!  Todo esto me lleva al verdadero mundo de lo sublime sin necesidad de tocar ni un libro de García Márquez u otro de los que llaman literatura de verdad. Si se fijan, ¡ser hipster es hasta más fácil que ser bonkera!


Por: Nicole Melo Arías

miércoles, 6 de abril de 2011

Me cago en mis pretensiones cultas y visito la Calle 13 (Carta a Sebastián Abad del Antagonista)

Querido lector,
Luego de hacer un meneito, le ruego que entre a este link y lea la nota que está publicada en él. Si no le gusta, estaremos compartiendo un sentimiento y me gustaría que lo manifestara con un comentario. Si  le gusta, lo invito a leer mi entrada y a putearme dejando un comentario en el blog. Muchas gracias. Acá está el enlace:http://elantagonista.com/2011/04/06/de-la-calle-trece-a-la-calle-setenta-y-dos/

  El título de esta entrada, como bien lo deben saber ustedes, no es una de las frases que me gustaría que nos dejara José Obtuso en su lecho de muerte.  Es una invitación a todas las personas para que dejemos nuestro conocimiento a un lado a la hora de escuchar música -Sí, leyeron bien, dije escuchar-. Entre todo lo que nos rodea hay demasiada basura: basura visual, como la nariz del padre Chucho o el ojo desorbitado de la Guri Guri buscando el telepronter en el noticiero de RCN (Radio Cadena Nacional del 2002 al 2010); basura auditiva, como los pitos que suenan cuando un bus frena y abre la puerta, o incluso cuando la misma Guri Guri no entiende que tiene un micrófono y le grita las noticias a su audiencia, pensando que son más brutos que ella y que el camarógrafo es sordo. También hay basura escrita, como este blog, las columnas de María Isabola Rueda y de Fernando Lord-doño de Hoyos y "El ABC del Rock" de Manolo Bellon.
  
  Sin embargo, toda esta basura tiene algo en común además de ser un producto desechable: nos divierte, nos saca una puta sonrisa -leyeron bien, dije sonrisa- y nos saca de las rutinas de estudio, de trabajo de vagancia o de ser un hipster freelance, que no tiene mucha diferencia con ser un vago. Esta diversión, de la cual depende en parte mi existencia y la de este blog, está siendo violentada por las pretensiones de cultura  e intelectualidad de algunos jóvenes  anacoretas y sabios que, vale la pena aclarar, no son  hipsters. No son merecedores de ese gran insulto.

  Esta  cultura e intelectualidad  tan grandes están marcadas, implícitamente, en una de las columnas que Sebastián Abad escribe para "El Antagonista". Se puso a escribir de la basura auditiva. Pero, aún más importante, escribió de MI BASURA AUDITIVA:  Abad trató -lean bien, dije trató- de criticar a la gente culta que le gusta Calle 13 con referencias que, ni siquiera o ni por que él quisiera, cuadran con las simples noticias.

 Abad se llama a él mismo curioso. Pero la curiosidad de este palurdo se me antoja tan pequeña como las tetas de Paris Hilton,o como el tamaño de un objeto que sea inversamente proporcional al del miembro del Tino Asprilla. Explico ahora lo que me parece que le da un sabor a sabiondo amargado, por no poder ir al Estereopicnic, al artículo y a la personalidad de Sebastián Abad.

  Haciendo frente a  una afirmación paterna, que apreciaba una de las bondades del dúo puertorriqueño por ser los nuevos representantes de la protesta en la escena musical, el columnista comentaba: "se atiende a mi papá la entrada a las grandes ligas de la música que se llama culta ocurre en los Grammy latinos, con su famosa camiseta de “Uribe es un Paramilitar” y algo acerca de las bases gringas." El subrayado es mío, la redacción no,  y muestra como la curiosidad de la que se jacta Abad en su artículo se reduce a la nada. Te cuento,  mi estimado Abad, que René Pérez utilizó esa camiseta en los premios MTV pero me imagino que nombraste los Grammy porque los segundos no deben ser dignos de tu cultura. Te aconsejo que comiences a desconfiar y salir de los brazos de tu padre o que  dejes de ser un bloguero serio. 
  
  Tu curiosidad menuda me ofende y ofende a todos los que somos seguidores de Calle 13. Ni siquiera fuiste capaz de corroborar el dato más estúpido y nimio. Lo anterior, no solo te cuesta caro a ti, palurdo Abad -Abad, si estás leyendo, te ruego uses tu cultura o tu curiosidad para decirme qué es palurdo-.  Le cuesta caro al editor del Antagonista, quien sé , pues sigo sus notas, es oyente de las canciones del grupo en cuestión.
  
  Por otro lado, solo tu magna cultura y tu pretensión intelectual te pueden permitir intentar reducir  al grupo. Pues solo un palurdo que se piensa a sí mismo como culto e intelectual, -¿ya sabes qué es?-  afirmaría en público que Calle 13 solo está compuesto por un gamín, que Atrévete fue su primer éxito en radio y que sus canciones buenas son las que toca  con Café Tacuba y Rubén Blades. Te cuento que, no solo es un gamín, son dos los que componen el grupo y le suman una ñerita, ya que escribes en esos términos. Y, si te fijas en Atrévete, encontrarás una cumbia que no tocan ni los más tesos colombianos. Aunque su primer éxito fue "Querid F.B.I", el cual te recomiendo que escuches.
  
  No pretendo ofenderte mi palurdo Abad, pero si quisiera decirte que no te metas en asuntos que no te competen. Uno de ellos, ser crítico de música en un blog y, peor, creer hacerlo seriamente. Te aconsejo que lo hagas en un diario  donde puedas expresarte sin que yo u otro fan de Calle 13 te caiga, te aplaste y te deje llorando decepcionado como una monja al ver un crucifijo o cualquier elemento fálico. Creo que, si sigues haciéndolo,  quedas como el objeto que tanto añora la monja. Lo que te digo, lo digo con poco respeto. Pero tranquilo, aún no quedas como un hipster.
  
  Yo, por el contrario manifiesto mi gusto inculto por Calle 13. Me gusta desde que oí Atrévete. Me gustan sus canciones políticas, sus canciones de fiesta, sus temas que me permiten encontrarme con nuevas y viejas músicas latinoaméricanas y me gusta pensar en lo que dicen sus letras y  la música que tocan. Me gusta porque me permite sentir que soy un fanático de su basura auditiva como nadie más lo es. Por eso, porque me gusta, he pagado la boleta de todo un festival  lleno de artistas hipsters y de su público. La basura es así Abad; la basura, simplemente nos gusta.

PD:  Abad, si ya sabes qué es palurdo,  o mejor, si ya sabes que lo eres,  coméntamelo. Yo puedo ser culto, pero como me gusta Calle 13...

Por Sampérnico