jueves, 25 de agosto de 2011

Levantamiento ciudadano


Si ustedes son capaces de leer esta publicación, seguro  habrán leído o seguido las noticias que publican El Tiempo y El Espectador y habrán notado que desde febrero de este año, ha habido unos levantamientos ciudadanos en contra de regímenes políticos autoritarios en Medio Oriente o de personas que se quedan sentadas en una plaza porque no les dan trabajo en España. También hay algunos griegos que han salido a la calle y han quemado uno que otro carro, levantado a puños a uno que otro policía, e ingleses que dejan su mentalidad caballeresca y británica para ir a hacer motines, romper  vidrios de comerciantes honrados y caras de policías que no son culpables. Todo porque uno de sus compañeros mató a una persona en una protesta pacífica.

La primera respuesta que se me ocurre frente a estos hechos, es que los europeos arman un escándalo por cualquier cosa. Le chuzan a un par de actores  celulares y los teléfonos de la casa y miembros del gobierno, y el dueño de la empresa  que intervino tiene que salir a pedir perdón en público. La histeria del europeo no va conmigo y tampoco con ninguno de los ciudadanos “bien” de Colombia: como ustedes o yo, que escribimos y leemos sin vergüenza alguna las entradas de este blog, y a veces fruncimos el seño al leer Ernesto Yamhuré o José Obdulio en sus respectivas columnas.

Yo les quiero mostrar a esos europeos cómo protestar en serio. Porque mientras este país se ha caído y caído en un pozo séptico, al cual somos capaces de extenderle el fondo cada vez más, estos tipos se indignan por pendejadas: como que se cayó la economía, que no hay trabajo o que mataron una persona unos miembros de la fuerza pública. La cotidianidad colombiana está invadiendo al mundo y sus habitantes se han manifestado por poca cosa. Acá mataron un grafitero al mejor estilo del gobierno desde 1994, a sus espaldas, y un poco de tuiteros piden impunidad.  Pienso que debió ser un error de digitación, porque lo que se pide normalmente en estos casos, es la inmunidad o la aplicación lógica de: Adolescente en la calle es igual a atracador o criminal en potencia; más si este lleva un arma tan peligrosa como una lata de espray con la que podría jugar cuca-patada con el policía  y ganarle hasta hacerle el famoso caminito del diablo.

Lastimosamente, parece que nuestro país está cambiando. Ahora agarran a los corruptos y se le presta el congreso a un ex presidente para corroborar que hay conspiraciones, no contra él, sino contra su seguridad democrática; clara muestra sobre cómo se debe Convivir en este país: con motosierras  y en lo que él llamaría poéticamente un osario, y que algunos llamamos fosa común. Pero me  estoy yendo por las ramas o, como le gustaría al ex presidente, por las extremidades  sin llegar al torso de mi texto.

Manifestarse públicamente no requiere  de cometer delitos o hacer una sentada masiva. Es supremamente simple. Es pensar y actuar análogamente a cómo lo vienen haciendo los burócratas y funcionarios: demostrarles que nosotros también podemos robarnos los recursos públicos. No hablo de una simple evasión de impuestos a la DIAN. Hablo de inscribir como candidato al más albo de todos, al único que realmente no nos ha robado el corazón, otros órganos del cuerpo ni del Estado: el voto en blanco.

Esto sí es una verdadera  PROTESTA . No como el adelanto de Halloween que varias celebridades hicieron en contra de la corrupción, La marcha de los antifaces o el intento hacer moda un lado del pantalón arremangado. Yo no salí porque la invitación me la arengó Mockus, no entiendo chistes filosóficos y no uso saltacharcos.

 De nuevo me fui por las extremidades (perdón pero fueron 8 años de gobierno).La inscripción de este albo candidato tiene una causa magnífica que debe explicarse con precisión. El asunto es que, la causa de la que es efecto la inscripción del voto en blanco, aparece después de este último hecho. Lo que nos da es una relación efecto-causa. Esta manifestación política está en contra de que el Baloto haya caído  sobre un solo individuo, hecho que ocurre dos semanas después de la inscripción del voto en blanco como candidato.  ¿Entendieron?

Acá se protesta es porque las loterías no saben distribuir la riqueza, pues se cree que ya los funcionarios públicos no aprenderán. Por ello es que treinta y seis movimientos (si se les puede llamar así, aunque el único movimiento allí sea  el de los aviones) que pretenden sacar la tajada al reunir de 2000 a 2.500 pesos por voto, inscriben a este candidato albino. Así pretenden enseñarle a los del Baloto que la torta se comparte, bien tajada y en 36 partes.

Creo que ese sí es un buen levantamiento ciudadano. Algo coherente y que no se detiene en nimiedades como asesinatos,  la caída cíclica del sistema capitalista o la tiranía de algunos como hacen  los manifestantes del primer mundo. Hay que protestar por cosas serias. No intentar servir al mercado adelantando el Halloween con antifaces, ni cometer delitos. Mantengámonos dentro de la legalidad, que se nos reconozca una platica y demostremos que sabemos distribuirla.

Yo iba a inscribirlo en Bogotá, pero como buen ciudadano colombiano, temblé al pensar que se podría armar un revolcón.

lunes, 22 de agosto de 2011

La mala praxis


 ¿Qué tal Gutiérrez? Bueno, le cuento que he pasado una noche horrible. No pensé que fuera a llegar tan lejos, y mucho menos que fuera a pasar por los cultivos de flores para seguir la absurda tarea que me usted ha encomendado. ¡Es que usted no parece entenderlo!

¿Alguna vez ha intentado dar un discurso en un cementerio? Bueno, yo realmente sí. Es como dar un monólogo eterno. Casi nunca logra acabar. Refutación, tesis, antítesis, vindicación y reivindicación del argumento y todo lo tiene que hacer uno. Es cierto, está usted ahí, solo contra toda esa gente y ya no hay vuelta atrás. Pero esta gente y mi interlocutor están tan tiesos y tan enterrados, que la única respuesta que tuve fue la resonancia del viento sobre la hierba. Creo que con eso logrará usted comprender la atmósfera. ¡Ah bueno! Y el tenebroso hombre que debe cuidar de toda esta gente; ese que no le habla a nadie y  al que tampoco nadie le habla.

Uno pidiendo perdón por todas las cosas que han ocurrido, que no han salido del hoyo negro ese que llamamos alma: que él no ha cambiado, que no quiere cambiar y ya no puede cambiar. Así sigue la joda hasta que uno termina revoloteando en el mismo círculo, como los ratones que ponen a correr en los laboratorios.

Y sí, usted me dirá que el sueño recurrente, en el que salgo a trabajar al lado de otros roedores peludos, grises, que arrastran el rabito para ser pisadas por los parisinos, no es otra cosa que una fijación por la película Ratatouille o mi sueño frustrado por estudiar en aquella escuela de cocina francesa. Pero yo me niego e insisto: todos somos ratas de laboratorio en función de un científico más grande. A lo que usted dirá: “Está reemplazando a Dios, cuando usted es un fiel practicante de su religión.” El caso. Eso no es el asunto que me incumbe para visitarlo de nuevo.

A lo que vengo, es a decirle: “Mire, Gutiérrez, usted y yo, somos amigos.” Luego haré una pausa mientras usted se sorprende y es llevado en un viaje por su pasado. Pasado en el que recordará momentos felices, como la ruptura con su primera novia, que por cierto es una hija de las mil perras; bueno, ahora que es su esposa no diré nada. Pero usted sabe que yo estuve ahí cuando lo dejó y que estaré ahí cuando se entere del romance que ella y yo tuvimos hace poco. El asunto es que yo, después de confirmar nuestra amistad le diré: “Y para ser amigos, no hay que ser profesional en nada. Así que deje esa manía de untarme su praxis sicoanalítica en la cara y explíqueme de una puta vez, ¿por qué carajos me hizo ir a un cementerio a resolver los conflictos de infancia con mi difunto padre?”

miércoles, 17 de agosto de 2011

Cuento: Los bosques de mi madre

-"Creo que ahora tendré que pedir permiso para morir un poco. Con permiso, ¿eh? No tardo. Gracias"-.

Mamá siempre decía esas cosas como una excusa para desaparecer entre  el bosque infinito que era su alma, habitado por animales angustiados y tristísimos que la encerraban, con la complicidad de las sábanas, entre su cama King size. Mi hermano y yo la intentábamos consolar mostrándole que existía la posibilidad de ingeniarse e imaginar mundos diferentes con solo unos palillos de paleta viejos, pero ella lo único que hacía era voltearse,  y asomando sus ojos por  la maleza de de su cara acabada y podrida por la tristeza, tirarnos una falsa sonrisa y decirnos: –“Hijos, más grandes podrán comprender por qué su madre no se permite salir de esta cama.-“.

Yo, a decir verdad, todavía no lo entiendo por más de que mi hermano me lo explique una y otra vez en las reuniones que  hacemos con mi esposa: “-Es que mamá era muy dependiente. Por eso, cuando nos veía a nosotros jugar, solo podía pedir permiso para morirse. Lo ves, ella nunca hubiera podido compartir nuestra alegría, ella nunca fue una niña. Ella, lo único que podía hacer, era retorcerse de la envidia por no tener nadie con quién jugar.”-.

Me parecía que mi hermano calificaba dentro de las personas más mordaces de la tierra; era un humorista de los serios, de los que no les gusta hacer reír a la gente sino despertarla a punta de martillazos de cinismo en la frente. Después de que mamá dejó de pedir permiso para morir un poco y se fue, sin autorización de nadie, nunca volví a oír las carcajadas de mi hermano y empecé a asustarme porque ya solo decía verdades de las que la gente se reía y que lo habían hecho millonario. Yo creo que ese era el bosque de él, pero nunca se lo dije porque podía ocasionarle grandes pérdidas en su negocio.

Y es que en los bosques nos encontramos .Lo que pasa es que hay algunos que les tememos, que dejamos que nos cubran, que no nos libramos ni siquiera, para hacer el amor  sin condón por lo menos una vez en la vida. Porque todo eso que nos tapa, eso que nos aniquila tiene que frenarse de alguna manera para que, por ejemplo, yo me hubiera podido casar con mi esposa y, aún más, verla envejecer y saber que soy capaz de volverme a meter en este círculo virtuoso y vicioso, sonriente y desalmado, alegre y lloroso, que es la vida. Creo que por eso me rendí ante un dios que mi madre no fue capaz de mostrarme y que mi esposa sí; creo que la tristeza me consumió el día en que salí al jardín de la cabaña donde vivo y, sintiendo los pétalos de las hortensias pasando por las yemas de mis dedos, le dije a mi esposa:”-Ahora soy yo quien tiene que pedir permiso.-“. Ella sentada en el  prado, arrancando la hierba y poniéndola sobre su vestido dibujado con hortensias, escuchó con atención lo que este falo consumido tenía para decirle:-”Permiso para vivir un poco. No tardo, que igual queda poco.”- Cuando salí, ella ya sabía exactamente que iba a reunirme con mi madre. Lo que no sabía ella, es que para eso yo no podía volver.

sábado, 6 de agosto de 2011

Cuento: El lamento de Gonzalo.

"-Ni tú ni yo somos neuróticos. Lo que pasa es que hay que comprender al otro y comenzar a dormir en cuartos separados.-
-Creo que es la primera vez que nos ponemos de acuerdo. Por lo menos desde el sí frente al cura Martínez. ¿Te acuerdas?-
-Claro. Fue todo un evento. Hasta mis padres, que no querían que me casara contigo, vinieron.-


Así eran siempre las conversaciones con Marina, la mujer de mi vida. Esa que entrando en un cuarto, una sala o un gran pasillo volteaba el estado de las cosas. Entre ellas, mi estado civil. Pero todo cambió desde aquella vez que apareció en el music-hall atravesando  esos salones inmensos  y tremendamente ornamentados, abriéndose camino con su bolso y sus guantes de lino blanco entre las parejas de bailarines y bailarines, mientras yo cortejaba a alguna de las damas solteras que con pleitesía sustituían a  esposas que ya empezaban a arrugarse, que no paraban de crecer a sus anchas y que, cariñosamente y haciendo un gran beneficio a nosotros, sus maridos,  se ocupaban de los niños. 


Aquella noche en la que mi mujer entró al salón de baile número dos, apurada y furiosa, poniendo su mirada en el piso como si estuviera humillada,  me dijo con su temblorosa voz : -Si tú, Gonzalo Godoy Hernández, quieres conservarme como tu legítima esposa y no caer en la desgracia del divorcio, te ruego que bailes una pieza conmigo.-


Por esa época, el divorcio era algo extraño en nuestra sociedad y no algo propio al matrimonio como lo es ahora. Por ello y por nada más, despaché a mi acompañante y me dispuse a bailar con mi mujer. Desde ese momento, en el que ella y yo nos paseamos como dos renacuajos en un estanque de algas (había más parejas y yo soy muy mal bailarín), supe que la tragedia comenzaba: Marina iba a estar presente en todos los momentos felices de mi vida. Y así ha sido hasta hoy. Ella me acompañaba a visitar a mis queridas, consignaba todas las cuentas que yo pagaba a cambio de sus amores, y se ha transformado en una cómplice que hasta el mismo Laureano o Charles Manson hubiesen deseado tener.  Comenzó a a anudar lazos de amistad, tan fuertes con ellas, que siempre que yo pasaba a saludar a alguna de mis amantes, Marina estaba sentada en su sala tomando el té, comiendo bizcochos y pidiendo consejos para rendirme homenaje bajo las sábanas. Y he ahí la tramoya.


Mi señora  ha conseguido averiguarme la vida entera y, la verdad, ya no lo soporto. Ya no aguanto la manera en que Marina ha logrado recoger todos mis gustos, mis placeres encubiertos y hasta mis sentimientos por ella."


Ramírez , mientras sus labios soltaban una bocanada de humo y Godoy caminaba con su bastón de lado a lado de la humilde oficina, interrumpió diciendo, : "Pero don Gonzalo, ¿Por qué se preocupa? Si todavía duermen en cuartos separados. O me equivoco..." Y, volviendo a acomodarse en la poltrona de cuero y estirando su corbata negra, volvió a dejar el cigarrillo en su boca para continuar con la toma de apuntes en su agenda..


"Claro que dormimos en cuartos separados, Ramírez. ¡No sea idiota!" Espetó don Godoy, con la típica resonancia del salivazo en  su garganta. " El asunto es que ella todavía puede entrar al mío. Y, aún peor,  seguir conociéndome y dejándome conforme y satisfecho." Godoy deslizó la mano por su cabello prístino y soltó una queja frunciendo el seño y echando el brazo para arriba, como si cacheteara un pato: "No hay objetivos y el sosiego se ha echo eterno. Lo cual me incomoda y la clama ya no la encuentro ni en internet."


Sacándose el cigarrillo con su mano derecha, Ramírez trató de tranquilizarlo."Con todo respeto, Don Gonzalo. Creo que  a su edad,  su esposa ha logrado, sin hacer esfuerzo científico alguno, encontrar la cura para el Viagra."


Los globos oculares, o por su tamaño, terráqueos de Godoy se encendieron como las orgías de Baco en el infierno. "¡Deje de ser tan imbécil! ¿O cuándo  ha logrado usted disfrutar de su mujer totalmente, y además vivir una vida feliz? ¡Ah! Ramirez, ¿cuándo?... Dejémonos las pendejadas para más tarde. Yo ahora, lo único que quiero..." Advirtió don Godoy levantando lentamente el bastón "es que usted me devuelva mi juventud y mis angustias. Lo que le ordeno: ¡Es que me haga viudo!" Y golpeando el piso con el bastón, salió caminando por el pasillo.


Luego entró a la oficina la Dra. Rendón y, haciendo mención  a la salida de Don Gonzalo:" Acabo de ver salir a Godoy. ¿Cómo está ese asunto? ¿Ya sabe que goza de facultades que no tienen los demás?"


Poniéndose su bata, Ramírez le contestó: "Y... lo mismo de siempre, ¿sabe? Pero así  es el amor; y así son las cosas cuando una pareja se interna en el mismo manicomio. ¿Me acompaña por un café?"


Por Sampérnico