lunes, 25 de julio de 2011

Cuento, Las fruticas.


Nada le gustaba más que bajar sus menudas bragas por esas piernas, arrastrar la falda con sus manos que apretaban fuerte esas pantorrillas, esos muslos hasta que llegaban a unas nalgas pequeñas pero periformes, cómo los que le gustaban a Degas y que tanto mostraba este fervoroso amante en sus clases de los sábados. Mordiendo esa pera, él le dejaba nuevas marcas en sus glúteos, que tomaba como si fueran los lienzos de un pintor para plasmar su obra de arte. A veces, sin abrir mucho los labios, le daba mordidas de conejo, pero hoy abría la boca como un cocodrilo y enterraba sus dientes para sentir esa piel suave y la nalga firme. 

¡Cómo le excitaba! Verla tendida boca abajo, retorciendo su cabeza en el colchón que emanaba esa esencia a madera podrida que solo son capaces de soltar los ancianatos y los inquilinatos abandonados ¡Cómo le excitaba! Explorar con sus dedos largos y fuertes, que han cargado escombros y que han puesto su granito de arena para reconstruir el pueblo, después de tantas masacres y enfrentamientos,  esa media papaya que estaba a su disposición en ese momento. Removió sus falanges como un médico buscando un tumor en un páncreas o como si le sacara innecesarias semillas a la papayita tierna, hasta que no aguantó más.

Ya desnudo y con el falo tenso, perdió toda la misericordia que debía tener con la rosa y oblonga cavidad.  Con vehemencia y con gritos que revelaban su esfuerzo por parecer un ariete, golpeaba el papayo y el aplauso de su ingle contra el culo de ella resonaba por todo el cuarto.  Estrechando las limas del pecho para hacer un zumo fértil, se agachó y posó su cabeza  hasta apoyarse en la  de cabellos largos y lisos, que ella removía con locura. Maldecía y se volvía a inclinar sobre ella para robarle el aire que le faltaba; pues entre más esfuerzo hacía, sabía que la edad llegaba y su cuerpo reclamaba descanso. Pero a esto, él era indiferente y continuó hasta que, sintiendo un apretón en la próstata hinchada y susurrándole que se quedara quieta, aguanto aire  y eyaculó como todo un adolescente dentro de ella. Con la cien a punto de reventar, sus ojos a punto de salirse por el éxtasis, dejó salir lentamente un suspiro intermitentemente potenciado por unas mejillas flácidas y rechonchas.

Luego le quitó el pañuelo con que la amordazaba y le dio un beso tierno, le cogió la mano pasando por el nudo de la cabuya que  sostenía el espaldar del lecho fosilizado por el tiempo y le dio las gracias. Sin más, dejándola con una lágrima en los ojos, la papaya destrozada, los glúteos llenos de mordidas y la falda larga que levantada mostraba sus piernas, se puso la camisa y los pantalones negros, se metió entre el alba intentando purificarse, se castigó amarrándose  el cíngulo hasta dejarse marcas en la cintura, se colgó, acariciando con sus dedos, la estola como con una petición de indulto, y, bendiciendo a la niña y  a él mismo, a sabiendas de que Dios no interviene en la creación de vidas nuevas, se fue a otorgar la eucaristía, rezando para que legalizaran el aborto en Colombia.

Por Sampérnico.

domingo, 24 de julio de 2011

Coproaudiencia: por Nicole Melo Arías,

Coproyentes: la nueva sección de la hipster Nicole Melo Arías, se estrena reseñando lo último de Hugh Laurie, Let Them Talk, sin dejar mucho que decir."

He estado escuchando, por bruta y no por mi propio impulso, el álbum que  Hugh Laurie lanzó por estos días. Debo decir que me costó trabajo llegar a hacerlo, porque entre aprender a tomar Miller, acostumbrarme a la incomodidad de los Dr. Martens y encontrar un bombín que me haga lucir tan Sabinera como Joaquín y seguir formando mi identidad urbana y posmoderna, no había tenido tiempo sino para irme de vacaciones a Miami a ver tocar a Jerau y recordar mi época de bonkera. Pero me costó más trabajo al saber que era lo que estaba recomendando la sección de música de Soho; revista que es, en sí misma, muy mainstream.

Pero al fin puedo cumplir mi acuerdo con Sampérnico:  hacer mi primera reseña musical. Así que lo que escribiré a continuación, son simplemente unos aburridos apuntes sobre "Let Them Talk", el álbum en el que el cojo Dr. House demuestra que también cojea a la hora de tocar el piano.( ¡Yeah! Ya hablo como una intelectual! Y  eso que las gafas que tengo puestas, tienen lentes).

Ese sincopado trastabilleo de música de los 60, o incluso más vieja, no deja que la sátira salga del alma de Hugh, quien me hace reír cuando lo veo por Cuevana, pero nunca por Universal. Pues ver televisión atenta contra mi sentido intelectual del humor. Por eso, solo veo series en la red.

Cada tema  es un atropello contra mi urbanidad. No soporto el hecho de que la voz de un inglés versátil, a pesar de ser exitoso por salir en la caja de embrutecimiento (¡Uy, un nuevo término para describir la tele!), me lleve a unas praderas extensas, en las que se reunían  campesinos de color a tocar  y cantar sus tristezas y que me recuerdan a la modernidad que ya ha pasado. Por lo menos en Chapiyork, sí.

El sonido de las guitarras que tiemblan y sollozan con trémulos y slices, bombos que suenan espantosamente acústico, bajos que recuerdan que la música, a veces, en el pasado fue más lenta, más sensual, y tenaz, me sacan de mi apartamento, de mis botas. Y, en cambio, me sacan la Miller de la mano, me ponen un overol de jean pútrido, me dejan tomando cidra en el sur de Estados Unidos y rogando por una cita con el Dr. Martens: Qué detestable sensación.

Igual, si tuviera que calificarlo, como todo crítico de música, le daría cinco estrellas y media de seis. Pues no hay hipster que no entienda que, aunque nunca debe pensar como el sistema, debe satisfacerlo y trabajar en publicidad, o permitir que los discos se vendan. Y, al cojo Dr. House, es mejor darle una ayudita, así lo único que se hable en este blog sea digno de ser soltado en un inodoro: Recibe, Hugh, mi abrazo, un empujonsito para dejarlos hablar y y un impulso de mierda.

por Nicole Melo Arías.

miércoles, 20 de julio de 2011

Cabezazos Fríos


Hay suficientes momentos difíciles que requieren de personalidades con carácter para enfrentarlos y lograr, como decía el poeta, "hacer camino al andar". Cabeza fría y pies calientes dicen que hay que tener para lograr enfrentar situaciones complicadas, como la de dejar con vida a Alfonso Cano y permitirle cuidarla aún más, al no darle tiempo para llevarse sus cigarrillos en un bombardeo fútil, mientras la guerrilla que dirige aquel, se lleva un pueblo entero por delante. O, incluso, la mentalidad calculadora que se puede apreciar en un barbado, que exhibió su personalidad (la de culo), que se quejaba porque cuando tuvo que dar un discurso en su derrota electoral en el 2010, nadie le pagó pero que cantó como voluntario.


Sí, señores. Ese es el perfil de las dos personas que compitieron para dirigir este país y, ¿saben qué fue lo peor?: que uno de los dos quedó elegido. Lo bueno es que, aunque el primero padezca de algún mal de ojos y de diplomacia crónica, no estamos obligados a ver traseros peludos en el canal institucional, y con esto, quisiera dejar claro que me refiero a la cara de Antanas Mockus. Por lo menos, en ese momento, los votantes enfriaron sus neuronas. Pero, como les digo, no bajaron tanto su temperatura cervical, pues uno de los dos nos gobierna hoy.

Y es que lo de la cabeza fría no es mentira. Imaginen lo que hubiera logrado el Tino sino hubiera caído en tantas calenturas; imaginen a Uribe sin que le hirviera la sangre para cocer sus huevos, aunque algo tenía que hacer para que quedaran duros; e imaginen si la convivencia en Antioquia y en el Urabá no dependiera de moto-sierras y ejecuciones extra judiciales retribuidas. 

Dicen que los dueños de la personalidad más fría son los criminales. Sin embargo, ¿usó cabeza fría el concejal que apoyó  el decreto que permite meter a la cárcel a los conductores ebrios, y condujo ebrio luego de que la norma entrara en vigencia? No creo que, semejante payaso, tenga urdido un plan para ejercer su poder político desde la cárcel. 

Y ustedes dirán: "Pero cómo considera usted  que este personaje, carente de toda razón y saciado de estupidez, pueda estar puesto en el mismo podio que ocupan mentes como la de Charles Manson o Escobar Gaviria." Y yo estaría de acuerdo, pero no totalmente. Pues hay delincuentes que brillan por su calidad de matar por y con instinto. Lo que me lleva al caso de Skylar Deleon publicado en la versión digital  de la revista Cromos de este mes.

El estadounidense, protagonista de la serie de los Power Rangers,  ha sido condenado a muerte por varios asesinatos.   Este genio, luego de robarle un yate a una pareja y dejarlos anclados en el mar, le dio entera confianza a su cómplice y este terminó delatándolo  momentos antes de que Deleon intentara hacer lo mismo con él, sin preguntarse ni siquiera cómo la policía había dado con él. Luego, de nuevo confiado, le pidió a su compañero de celda que matara a su padre y a un primo porque sabían demasiado del asesinato de la pareja, y su amigo presidiario hizo lo mismo que el timador cómplice del ex Power Ranger.   

Pero esto no es todo. Tiempo atrás, en el 2003,  este tipo con su testa aclimatada en el trópico y sin su casco de tiranosaurio para protegerse, al intentar defenderse por haberle quitado la vida a un hombre para robarle 50.000 dólares, en un acto de leguleya brillantez alega que necesitaba el dinero para cambiarse de sexo, que ya no aguantaba más y que había estado a punto de desmembrarse él mismo. Totalmente respetable que quiera ser un transexual y que quiera arrancarse esa molestia, pero eso es un argumento con el que se defendería José Obdulio, quien se suicidaría si lo llegan a llamar a una audiencia, pues prefiere mostrar su cualidad de obtuso por televisión antes que enfrentarla ante un juez.

En mi opinión, este tipo es una clara muestra de lo que le hicieron los Power Rangers a la gente y, desde que se acabó la serie, debió haber sido recluido en una clínica psiquiátrica. Aunque tengo por seguro que el cerebro que examinarían, le serviría de doctorado a un paleontólogo y por eso su  ingreso  a una institución de este tipo es tan improbable como que Andrés Felipe Arias, en Colombia,  no vuelva a ser ministro de agricultura. 

Es cierto que a los que se les calienta la cabeza los condenan, pues han hecho estupideces. Yo, mientras a este idiota le inyectan un líquido letal, esperaré a que José Obdulio pierda su timidez jurídica y enfrente su responsabilidad. Pues, aunque tenga cabeza fría, la calva ya se le está calentando y en cualquier momento llegarán una estupidez y una audiencia que no me querré perder.



Por: Sampérnico.
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sábado, 9 de julio de 2011

Verte.

Verte con tu uniforme azul pasar por en frente mío y recorrer esa grama lejana. Verte pisando fuerte y desesperada para recuperar lo que es tuyo frente a otras. Ver esos senos firmes tambalearse como si estuvieran sueltos mientras escapas en una corrida que podría parecer tan rápida como las de Indiana Jones, solo que, esta vez, la esfera no te persigue a ti sino tú a ella. Ver como tu pelo forma una mezcla heterogénea con el viento en esa misma corrida y, cuando logras agarrarlo entre tus piernas, me miras de frente y yo no hago más que verte, verte y verte. De pronto, en mi quietud, puedo ver cómo lo metes, ¡por Dios! ¡Cómo lo metes!...Cómo lo metiste. 

Fue todo un golazo de Necib, la estrella de la selección de fútbol femenino de Francia. Espero volver a disfrutarlo en el próximo Mundial.

jueves, 7 de julio de 2011

Un ataque de amor por la humanidad (o lo desechable de ella).

Antes, el servicio social para mí era una cosa obligatoria que tocaba hacer en el colegio. Pero ya no. Ahora me ha dado una enfermedad que se ha esparcido pandémicamente entre celebridades y que dura lo mismo, o menos, que el tiempo que usted se toma leyendo esta entrada: la llamo filantropía instantánea. Y la estoy padeciendo con síntomas fuertes que debo describir para ustedes, mis estimados lectores, en el siguiente escrito.


Esta necesidad de servir al prójimo se mete entre mis venas como el suero que mantiene vivo a Cerati o a Joe Arroyo. Sin embargo, entre más se mete, es un mal que invita a sacar a gente de su situación social. ¿Han visto cómo los clásicos filántropos pretenden sacar a la gente de la miseria, de la pobreza,  a madres e hijos del maltrato familiar que generalmente es causado por el padre y dos litros de Chin chin? ¿Han visto a Bono, con un estómago repleto de caviar y steaks pimienta, repartir bonos de medio litro de leche a niños de  Namibias y Somalias para sacarlos de la hambruna? ¿O a nuestras primeras damas con una sonrisa, que tiene que rehacer Marlon Becerra para reivindicar la falsedad del gesto, abrazarse con niños del Chocó que creen que ellas por su color de piel no son más que payasas extranjeras provenientes de capitales, igualmente extranjeras?


Si han visto a estas personalidades, naturales y jurídicas, asqueándose detrás de sus costosas fachadas de botox y estiramientos,  mientras distribuyen recursos delante de cámaras y periodistas, comprenderán los síntomas que sufro en este momento. Pero deben saber que estas manifestaciones de la patología mediática, aunque similares, nunca se presentan exactamente de la misma manera.


Parafraseando al Bolillo, "A mí, y , personalmente," se me antoja sacar a otros enfermos de su situación social. Por ejemplo, me encantaría sacar a muchísimas EPS's (Enfermedades Permanentes y Sistemáticas) colombianas del sistema de salud. También haría un servicio social monetario, sacando de los bolsillos de sus directivos y demás delincuentes todo lo que se roban del fisco para dárselo a quien esté dispuesto a hacer una redistribución equitativa.Osea, a alguna de esas caras vanas y funestas hechas en un quirófano. Pues a pesar de su hipocresía, sí distribuyen algo a cambio de su fama.


Para políticos y empresarios corruptos de otra índole, como los Nule o los Moreno Rojas respectivamente, pues despectivamente se aplicaría la segunda medida primero y luego, como las fundaciones que sacan a drogadictos y putas de las calles y de las drogas, yo sacaría a estos individuos que representan de modo paupérrimo la calidad de lo humano,  del peor de todos los vicios: el del poder. A estos verdaderos desechables, contrario  a los indigentes y recicladores, que sí deben ser reintegrados a la sociedad,  lo único que merecen es un exilio a la montaña de basura que se ha formado en el Océano Pacífico. A ver si como los residuos que son, encuentran algo que robarse en esa gran caneca.


Otra forma de sacar a la gente de su situación social y que es un síntoma que solo se presenta en  filántropos colombianos, es el de "sacar adelante". Esto quiere decir que, luego de haber hecho pasar al drogadicto, a la madre con moretones, al hambriento, al miserable, al pobre, por entrevistas psicológicas y papeleos burocráticos para rehabilitarlo, se intenta darle un trabajo y ponerlo a funcionar en favor de una productividad económica para que le retribuya algo más que sus quejas a la sociedad.


Esta etapa la obviaremos con los primeros sujetos a los que les caería el peso de mi filantropía. En cambio, a alguien que lamentablemente es capaz de producir una gran cantidad de alegrías al pueblo colombiano  a punta de empates, a semejante tipo tan mendaz, tan palurdo,  lo debemos sacar de la selección. Sí señores, ustedes ya saben quién es: El Bolillo.


Su resocialización tendrá caso en otra entrada pues, como les dije al comienzo de esta coprolocuencia, la filantropía es como el síndrome de Tourette, que pasa por ratos y después vuelve. La mía, ya se ha escapado. Igual, esta semana ya había hecho mi obra social, colaborando -porque el filántropo no ayuda, colabora- a sacar a Vladdo de twitter.


Por Sampérnico.