jueves, 7 de julio de 2011

Un ataque de amor por la humanidad (o lo desechable de ella).

Antes, el servicio social para mí era una cosa obligatoria que tocaba hacer en el colegio. Pero ya no. Ahora me ha dado una enfermedad que se ha esparcido pandémicamente entre celebridades y que dura lo mismo, o menos, que el tiempo que usted se toma leyendo esta entrada: la llamo filantropía instantánea. Y la estoy padeciendo con síntomas fuertes que debo describir para ustedes, mis estimados lectores, en el siguiente escrito.


Esta necesidad de servir al prójimo se mete entre mis venas como el suero que mantiene vivo a Cerati o a Joe Arroyo. Sin embargo, entre más se mete, es un mal que invita a sacar a gente de su situación social. ¿Han visto cómo los clásicos filántropos pretenden sacar a la gente de la miseria, de la pobreza,  a madres e hijos del maltrato familiar que generalmente es causado por el padre y dos litros de Chin chin? ¿Han visto a Bono, con un estómago repleto de caviar y steaks pimienta, repartir bonos de medio litro de leche a niños de  Namibias y Somalias para sacarlos de la hambruna? ¿O a nuestras primeras damas con una sonrisa, que tiene que rehacer Marlon Becerra para reivindicar la falsedad del gesto, abrazarse con niños del Chocó que creen que ellas por su color de piel no son más que payasas extranjeras provenientes de capitales, igualmente extranjeras?


Si han visto a estas personalidades, naturales y jurídicas, asqueándose detrás de sus costosas fachadas de botox y estiramientos,  mientras distribuyen recursos delante de cámaras y periodistas, comprenderán los síntomas que sufro en este momento. Pero deben saber que estas manifestaciones de la patología mediática, aunque similares, nunca se presentan exactamente de la misma manera.


Parafraseando al Bolillo, "A mí, y , personalmente," se me antoja sacar a otros enfermos de su situación social. Por ejemplo, me encantaría sacar a muchísimas EPS's (Enfermedades Permanentes y Sistemáticas) colombianas del sistema de salud. También haría un servicio social monetario, sacando de los bolsillos de sus directivos y demás delincuentes todo lo que se roban del fisco para dárselo a quien esté dispuesto a hacer una redistribución equitativa.Osea, a alguna de esas caras vanas y funestas hechas en un quirófano. Pues a pesar de su hipocresía, sí distribuyen algo a cambio de su fama.


Para políticos y empresarios corruptos de otra índole, como los Nule o los Moreno Rojas respectivamente, pues despectivamente se aplicaría la segunda medida primero y luego, como las fundaciones que sacan a drogadictos y putas de las calles y de las drogas, yo sacaría a estos individuos que representan de modo paupérrimo la calidad de lo humano,  del peor de todos los vicios: el del poder. A estos verdaderos desechables, contrario  a los indigentes y recicladores, que sí deben ser reintegrados a la sociedad,  lo único que merecen es un exilio a la montaña de basura que se ha formado en el Océano Pacífico. A ver si como los residuos que son, encuentran algo que robarse en esa gran caneca.


Otra forma de sacar a la gente de su situación social y que es un síntoma que solo se presenta en  filántropos colombianos, es el de "sacar adelante". Esto quiere decir que, luego de haber hecho pasar al drogadicto, a la madre con moretones, al hambriento, al miserable, al pobre, por entrevistas psicológicas y papeleos burocráticos para rehabilitarlo, se intenta darle un trabajo y ponerlo a funcionar en favor de una productividad económica para que le retribuya algo más que sus quejas a la sociedad.


Esta etapa la obviaremos con los primeros sujetos a los que les caería el peso de mi filantropía. En cambio, a alguien que lamentablemente es capaz de producir una gran cantidad de alegrías al pueblo colombiano  a punta de empates, a semejante tipo tan mendaz, tan palurdo,  lo debemos sacar de la selección. Sí señores, ustedes ya saben quién es: El Bolillo.


Su resocialización tendrá caso en otra entrada pues, como les dije al comienzo de esta coprolocuencia, la filantropía es como el síndrome de Tourette, que pasa por ratos y después vuelve. La mía, ya se ha escapado. Igual, esta semana ya había hecho mi obra social, colaborando -porque el filántropo no ayuda, colabora- a sacar a Vladdo de twitter.


Por Sampérnico.

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